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TEATRO COLÓN

Cerrito 618 - CP 1010 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: (54-11) 4378-7100
Web: http://www.teatrocolon.org.ar
El actual Teatro Colón
Cuando el antiguo Teatro Colón realizaba sus rutilantes temporadas líricas, el Teatro de la Academia de Música de Nueva York, activo en su sede de la calle 14 desde el año 1849, y la desaparecida la Ópera Metropolitana de Broadway, nacida en 1883, realizaban temporadas líricas limitadas, virtualmente, al repertorio alemán, que resultaba económicamente más viable que las óperas con estrellas vocales de Italia, España y Francia. Hacia fines del siglo pasado, las óperas italianas y francesas que se representaban en ambos teatros neoyorquinos solían ser cantadas en alemán con artistas de ese origen. Todo ello establecía un fuerte distingo entre las actividades operísticas porteñas, que se realizaban paralelamente en varias salas, y las de Nueva York, distingo que se acentuaba por la diversidad del repertorio abordado por nuestros teatros líricos y por la envidiable calidad de sus intérpretes.
El actual Teatro Colón nace, por lo tanto, de la imperiosa exigencia de una sociedad que desde el temprano siglo XIX ha consagrado a la ópera como su manifestación musical predilecta. El gusto por esa suprema invención del tardío Renacimiento, había alcanzado en Buenos Aires a fines del Ochocientos un auge deslumbrante, al punto de que siete teatros rivalizaban en calidad de oferta. Pero el inesperado cierre del Teatro Colón de la Plaza de las Victorias había quedado en el espíritu de la sociedad como una herida abierta que no lograba mitigar la fascinante actividad que se desarrollaba en los otros teatros y que hacía de la lejana Buenos Aires uno de los notables centros líricos del mundo entero. La prosperidad de esta capital alimentaba las esperanzas de la gente y del propio gobierno, que no hacía oídos sordos a ese clamor. Por lo demás, el proyecto de construír un teatro que reemplazara al primitivo Colón había sido materia de debate antes de que el edificio de este último fuera destinado a las actividades bancarias. Ya en esa época los terrenos que ocupaba la estación Parque del Ferrocarril Oeste (y en los que en definitiva se elevó el nuevo teatro) estaban en la mira del Concejo Deliberante de la ciudad. El mismo año del cierre del Teatro de la Plaza de las Victorias, el 20 de octubre de 1888, era sancionada la ley que llevaba el número 2381, por la cual se llamaba a licitación pública para construír el nuevo teatro. El propósito de las autoridades era inaugurar el nuevo Colón antes del 12 de octubre de 1892; pero, como sabemos, ello no fue sino una ingenua expresión de deseos, pues, si bien los trabajos se iniciaron en 1889, desde la fecha en que fue dictada la ley y la inauguración del nuevo teatro transcurrieron veinte años. Dificultades presupuestarias, técnicas, políticas, meramente burocráticas y otras de diverso género fueron anudándose en ese prolongado lapso. Finalmente, la obra dio comienzo según el proyecto del arquitecto Francisco Tamburini, a cuyo inesperado fallecimiento entró en escena su más cercano colaborador y colega Víctor Meano, quien hubo de introducir algunas modificaciones en el proyecto original, que ya habían sido estudiadas por su autor. Refiriéndose a la arquitectura del nuevo teatro, Meano la definía de este modo: “Este género que no llamamos estilo por demasiado manierado, quisiera tener los caracteres del Renacimiento italiano, alternados con la distribución y solidez de detalle de la arquitectura alemana y la gracia, variedad y bizarría propias de la arquitectura francesa”. En esta dirección fue realizándose la obra hasta 1904, año en que otro infausto acontecimiento enlutó el teatro en ciernes: la muerte del arquitecto Meano, bajo cuya dirección la obra avanzaba firmemente en pos de las postreras etapas. La tragedia parecía acechar este proyecto, pues también había fallecido Ángel Ferrari, entusiasta empresario italiano, concesionario del nuevo Colón.
El eminente arquitecto belga Jules Dormal asumió entonces la responsabilidad de llevar a buen término la obra, en la que introdujo algunas modificaciones estructurales y dejó definitivamente impreso su sello en el estilo francés de la decoración. La imponente construcción resume las reglas y las tendencias arquitectónicas de la época. No podría darse síntesis más acabada del eclecticismo con que fue encarada la arquitectura del Teatro, en la que se ensamblan de manera tan natural, tan coherente, tan armoniosa estilos diversos, incluyendo en la fachada rasgos del neogriego. El exterior es imponente pero no grandioso. “Sin tener aspecto de masas colosales, demasiado severas, que solamente convienen a edificios destinados al culto político religioso –escribe Meano– él se presentará con aspecto simple y variado, alegre y majestuoso a la vez. Nuestro edificio tendrá el privilegio de indicar a primera vista su propio destino.”

Características generales del edificio
El edificio está ubicado en el predio delimitado por las calles Libertad, Arturo Toscanini, Cerrito y Tucumán, entre la Plaza Lavalle y la Avda. 9 de Julio. El terreno sobre el cual está construido abarca 8.202 metros cuadrados, de los cuales 5.006 corresponden al edificio y 3.196 a dependencias bajo nivel de la calle Arturo Toscanini. La superficie total cubierta del edificio es de 37.884 metros cuadrados.
Las fachadas están divididas en tres órdenes arquitectónicos. El primero, que corresponde a la base, es de 8,50 metros de altura; el segundo mide 9,20 metros, y el tercero es de 5,50 metros. Por encima de las terrazas se destaca un elegante techo a dos aguas. Es un conjunto armónico y con excelente perspectiva que puede apreciarse a distancia, desde la Avda. 9 de Julio.
Distintos accesos facilitan el tránsito de los espectadores. Por la entrada principal, sobre la calle Libertad, se ingresa a la platea y a los palcos. Por Arturo Toscanini, a los niveles de cazuela y tertulia, y por Tucumán a galería y paraíso. Dos importantes marquesinas fueron colocadas después de su inauguración; una en la entrada de Libertad y otra en la de Cerrito. Esta última destinada al ingreso de los artistas y del personal.
En la construcción –exquisitamente decorada– se conjugan elementos del Renacimiento italiano. Basamentos sobrios, bien definidos, semejantes al orden ático-griego que constan de planta baja y primer piso; intercolumnios monumentales –con capiteles jónicos y corintios– y sus multiformes variantes unifican los pisos segundo y tercero; los vanos y aberturas están tratados con arcos, arquitrabes y molduras del más rico diseño. No se puede hablar de un estilo definido, sino de un estilo ecléctico que fue propio de la construcción de principios del siglo XX.
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