Martes, 13 de Enero de 2015
Sábado, 19 de Diciembre de 2009

Cartografías de una máquina

"Dado un efecto ¿qué máquina puede producirlo? Y dada una máquina, ¿para qué puede servir?"
"No está en el centro, pues lo ocupa la máquina, sino en la orilla, sin identidad fija, siempre descentrado, deducido de los estados por los que pasa." Gilles Deleuze/ Félix Guattari.

En La máquina del día se percibe simultáneamente lo producido y la máquina que lo produce. Está el efecto. La máquina también está.
Sucede que, en este caso, no es una máquina que produzca objetos, sino actos y relatos.
La sala Marechal no es demasiado grande, en particular cuando son tantos arriba del escenario. Sin embargo, a través de un perfecto mecanismo, casi de relojería, se hace desaparecer la sala para convertirla en un lugar indefinido. Los paneles móviles explicitan el acto mismo de transformación del espacio, los actores funcionan como máquinas que develan el cambio de lugar.
El universo que se construye es evidentemente "maquínico", por el procedimiento de la reiteración, los gestos, los desplazamientos, los objetos que se portan.
El mundo construido oscila entre la fábrica y la guerra: el vestuario, las órdenes, la jerarquía, la máscara para soldar.
Un triángulo de enunciadores se reparte los roles: alguien pregunta o plantea el inicio de la palabra. Otro dice y representa el lugar del saber. Una tercera instancia traduce, porque los saberes surgen en una lengua que no es la nuestra. En primer plano, la mediatización y la distancia.
La palabra no ordena, no construye totalidad. El orden, aparente, está en los movimientos. Se habla de una máquina que produce ficción.
¿Quién maneja la máquina, si la máquina, claro, es una sola y si puede, en todo caso, ser manejada?
¿Qué es del orden de lo real y qué del orden de la ficción?
Una serie de seres responden a la arbitraria decisión de otros tantos seres: inician su discurso, lo interrumpen, se congelan, empiezan todo de nuevo...
Hay personajes asociados a relatos de extenso desarrollo temporal (de la niñez a la vejez) o por el contrario, puntuales (la búsqueda del suicidio).
Si la máquina existe, lo que produce es teatro. Un teatro que opone resistencia a la descripción, que elude el pasaje a la palabra. Lo que sucede en la escena no acepta la transposición, al menos sin correr el riesgo de perder el alma, la energía, la magia, el secreto, o como quiera nombrarse aquello que parece no tener nombre.
Heterogeneidades enunciativas, voces diversas, pueblan el escenario de un modo absolutamente fantástico. Cada uno de los actores (que son alumnos además) es una pieza indispensable para este bellísimo universo que articuló Sergio Sabater.
La interrogación en torno del tiempo recorre La máquina del día del principio al fin, y lo hace, por un lado, en términos temáticos, deteniéndose en diversas definiciones de "día." ¿Qué es un día para cada uno? ¿Cuál es la medida del día?, ¿cuál, para la que escudriña detrás de una ventana o para la que clava un cuchillo en una res y separa los trozos, o para la que corre detrás del suicidio?
Pero muy lejos de quedarse en una mera especulación discursiva, el espectáculo hace devenir acto la interrogación respecto del tiempo. Los recursos son variados. Los paneles negros les permiten a los actores aparecer y desaparecer detrás de ellos.
¿Qué máquina determina el tiempo de exposición de un actor?, ¿cuánto dura el tiempo del que actúa?, ¿cuánto dura el tiempo de la ficción?
La reiteración de las acciones, evidentemente exacerbadas, juegan tensadas por la temporalidad y lo "maquínico". Y viene otra pregunta: ¿cuál es el tiempo útil de las máquinas? ¿Y de las máquinas que construyen ficción?
Si en algún momento se inscribe un tiempo circular, esa misma circularidad se rompe. Un desvío en la repetición orienta hacia un lugar indeterminado.
La música acompaña y quiebra las expectativas, se constituye en parte elemental del relato. Al igual que la luz, en los rincones, pequeños haces, sorpresas lumínicas.
Si la máquina está en el centro, ¿qué es aquello que se inscribe en las orillas? 

Publicado en: Críticas

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