La posibilidad de la ternura

Tras el éxito de Paisajes para no colorear (2018), nuevamente se suben a escena un grupo de siete adolescentes chilenos que exponen sus genuinas visiones sobre aquello que significa convertirse en hombres. Ellos decidirán resistir al mandato cultural que les impone ser agresivos y fuertes.

Los jóvenes se preguntan: ¿Qué es lo que nos frena a mostrar y pedir afecto? ¿Qué pasa si no queremos cumplir con las exigencias que se nos imponen? ¿Qué nos prohíbe demostrar nuestra fragilidad?

Sobre estas reflexiones se alza La posibilidad de la ternura, montaje que materializa un relato escénico que comparte las experiencias y testimonios de adolescentes entre 13 y 17 años, centrándose en su diversidad, contradicciones y prácticas.

En escena, siete jóvenes irán abriendo sus sentimientos colectivamente para contenerse unos a otros, embarcándose en la construcción de su propia masculinidad, enfrentándose al miedo a ser marginados y abriéndose a la posibilidad de manifestarse afecto libremente.

“Son ustedes los que nos han enseñado la mayoría de las cosas que sabemos hacer. A lo mejor nuestras manos serían incapaces de hacer daño si ustedes no nos hubiesen impuesto que estén destinadas solo a demostrar poder”, dicen en escena.

En medio de un contexto en donde la dominación del hombre no deja de imponerse mediante guerras y sistemáticas violencias, la práctica de la ternura adquiere un poder revolucionario que permite habitar otras formas de comprender la vida alejadas de la barbarie y brutalidad.

Estrenada el 14 de septiembre en la Ruhrtriennale de Bochum (Alemania) y con una gira por ciudades como Madrid, Valencia, Sevilla y Barcelona, la obra es resultado de talleres y audiciones con adolescentes. Luego, en un proceso de creación colectiva a través de impulsos de escritura, improvisación y testimonios, fueron conduciendo a reflexionar sobre las violencias simbólicas que el adultocentrismo impone.

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