Una historia de amor, soledad, vejez y locura interpretada por Alejandro Sieveking y Millaray Lobos. Cristián Plana dirige la obra de Jorge Díaz que se estrena para conmemorar 10 años de la muerte del dramaturgo.
“Me gustaría ser un viejo de todos colores. Yo solo soy un viejo gris”. Un hombre mayor le habla a Elisa, su mujer, dentro de un locutorio. Ahí los dos dicen ser el que está visitando al otro. ¿Quién dice la verdad? ¿Quién está libre y quién encerrado? ¿O los dos están recluidos sin darse cuenta? Pero a pesar de las dudas y del vidrio que los separa, ellos logran encontrarse. No importa tanto aclarar lo que es real y lo que no lo es cuando recuerdan las ensaladas que cocinaban, los ronquidos frente al televisor y las noches interrumpidas para hacer el amor. Renacen promesas. Olvidan detalles. La edad, la confusión y la distancia no han terminado de borrado la ternura, violencia y erotismo de su relación. Esto es Locutorio, obra de Jorge Díaz que se estrena bajo la dirección de Cristián Plana como una Producción GAM que conmemora los 10 años de la muerte del dramaturgo.
La obra ganadora del Premio Teatro Breve de Valladolid llega a 40 años de su estreno original, dirigida ahora por Plana e interpretada por Alejandro Sieveking y Millaray Lobos. “Es una obra desconcertante, mínima, pero llena de reflejos que la tornan inquietante y peligrosa. Yo he trabajado antes con textos breves y me interesan porque se pueden explorar libremente y expandir, llenándolos de detalles que tienen relación con lo escénico. Jorge Díaz era consciente de que su obra era un material abierto que requería ser completado, pero no clausurado, por otro”, dice el director.
La brevedad era una clave del trabajo de Jorge Díaz. “El teatro es un arte de síntesis, igual que la poesía”, dijo el dramaturgo en una entrevista en El Mercurio en 1997, donde también agregó: “Yo he creado la ‘breverdad´, que es para mí el deseo de expresar con humor y la mínima cantidad de palabras una situación”.
El humor fue otra clave del trabajo de Díaz. En el país su obra está fuertemente asociada al ICTUS, la compañía con la que creó y estrenó en los años 60 sus textos más conocidos en Chile, como El cepillo de dientes y El velero en la botella. En 1965 se radicó en España y solo volvió a vivir en Chile casi 40 años después, cuando en 1993 fue el primer ganador del recién creado Premio Nacional de Artes de la Representación. El locutorio, también titulada Contrapunto para voces cansadas, es parte de su creación española. La obra escrita en 1976 y estrenada en 1977 se ha montado y publicado en España y Chile.
La puesta en escena de Plana sitúa la fragilidad de los cuerpos de esta pareja mayor dentro de cubos de vidrio, un material que aunque les permite verse, les hace imposible tocarse; los refleja, les devuelve su propia imagen o los funde, llevando su confusión a lo visible. Los tiempos también se confunden. Los recuerdos de los personajes se mueven a saltos entre momentos pasados que se mezclan con su presente. “Es el tiempo de la mente, de cuando la vejez se tiñe de cierta locura y las épocas se confunden”, explica Plana y agrega: “La idea ha sido potenciar la ambigüedad. No cerrar ni responder la gran pregunta de la obra de saber quién está recluido, quién es la visita y quién el visitado”.
- Dramaturgia:
- Jorge Díaz
- Actúan:
- Millaray Lobos, Alejandro Sieveking
- Coros:
- Francisca Hono, Katherine Maureira, Simone Muñoz
- Vestuario:
- Angela Gaviraghi
- Escenografía:
- Sebastián Irarrázabal
- Iluminación:
- Matías Lóp, Antonia Peon-Veiga
- Diseño sonoro:
- Diego Noguera
- Realización de escenografia:
- Ricardo Carril
- Música:
- Diego Noguera
- Asistencia De Escenas:
- Valentina Narváez
- Puesta en escena:
- Cristián Plana
- Dirección:
- Cristián Plana