Urdimbre

La obra se fue gestando en un vaivén de paisajes sonoros creados por Hernán Gómez y los paisajes en el cuerpo de Soma Butoh, fusionando nuevas experiencias que se volvieron danza.
La composición musical se construye a partir de objetos sonoros que se abstraen de su origen, ofreciéndonos la posibilidad de una íntima percepción. Los elementos se combinan y construyen imágenes, transportándonos a espacios concretos y abstractos, imaginarios y reales que forman parte del universo de esta Urdimbre. Del espacio sin vértices aparece el espacio contendor para dar lugar a la transformación que hilvana la trama de las fuerzas. La danza surge cuando el cuerpo indaga la naturaleza de elementos, experiencias, devenires: aire, agua, mercurio, telarañas, órganos, piel, piedras, fuego, insectos, animales, útero, cordón umbilical, vapor, papel quemándose, marionetas, madera, estampidas. Los sonidos esculpen en el espacio figuras y cuerpos danzantes. Esta construcción plástica del sonido despierta el impulso que envuelve los cuerpos. La música teje las fuerzas como a la vez las fuerzas tejen la música. La luz, su ausencia y la sombra toman el espacio, atravesando las fuerzas que despiertan la danza. Así la luz entrama las fuerzas como a la vez las fuerzas entraman la luz. En Urdimbre sonido, fuerzas y luz, danzan entramadas.
Así, cada sonido fue recolectado en cintas, teléfonos celulares y grabadores de audio digital mostrando una nueva forma a descubrir. Esta trama de materiales acústicos proviene del entorno que nos rodea cada día. En Urdimbre podemos descubrir piedras frotadas, un parque colmado de niños, barcos y viento, gotas de lluvia en un techo de chapas, sonidos de acequias, el afilador que pasa por la puerta de su casa, legumbres. Los cuerpos butoh se construyeron en el vacío que dejó el despojo del cuerpo cotidiano organizado. Este proceso fue motivado por la lectura de textos, imágenes, relatos que dejaron transitar la memoria de las fuerzas que, sin ser representadas, bailan el cuerpo butoh.