No mover

Dos personajes se enfrentan a la rigidez de su mandato. Uno destinado a moverse infinitamente y otro fijado a la inmovilidad. Ambos esperan el signo para que algo cambie.

La idea de circularidad, de destino fijado, se instala y se conjuga con el lenguaje sintético, minimalista que elige Emmanuel Darley para desarrollar esta obra que pone el acento en la intensidad de lo mínimo.

Preguntas existenciales se proyectan al espectador ¿Quién soy de los dos?; ¿Que buscamos al movernos o al quedarnos quietos? ; ¿Que es la identidad? ; ¿Somos lo que nos dicen ser o podemos construir nuestro destino?

Un placer estletico, sensorial e intelectual, un placer de teatralidad condensada para compartir y disfrutar.

Visión de la Puesta en Escena: por David Maya

Anhelos . Hay un camino. Hay un lugar, no importa cual.
Una caí­da. Un tropezón no es herida.
La ida. La vuelta.
Un antes un después
Fracaso.
Elegir siempre será un salto al vací­o.
Dos puntos desconocidos entre si en el universo nos plantean las mas inhóspitas preguntas.
Y una fractura en el vidrio del reloj desprende el clímax en situaciones inverosí­miles.

No hay caso. Nada puede decirnos que nos depara el siguiente paso. Aprende, dice el oráculo de la vida. Y de todos modos nos resistimos. Hoy nada nos sorprende y todo nos asusta.
En un mundo excepcional, la confluencia de culturas. La soledad moderna. La decisión de continuar tras un posible imposible. Entonces el enorme iceberg se encuentra detrás de la mirada: Un pueblo enfrentado al tiempo.
La hora. El dí­a. Los años. Francamente todo habla del transitar.
Jamás un circo como el que habitamos, puede darnos menos.

.... la altura, las grandes multitudes, la injusticia, el dolor, el dolor del otro, el no valer la pena, la duda, la convicción, la discriminación, el vivir equivocados, el pasado sin sentido, el presente interminable y sin embargo impalpable, el silencio y ese grito, la espera sin fin, la traición, que no nos quieran, que nos quieran demasiado, que no nos alcance, que me lo gaste en chucherías, lo profundo, lo demasiado liviano, pero sobre todo lo profundo y que pueda tocarnos. En fin, el otro, todo lo que este pensando, todo lo que pueda llegar a hacer, o lo que nunca hará. Solos, hemos dejado de confiará la amistad será un acto de fé entonces. A la vuelta de la esquina nos espera la perdida, para quitarnos la certeza de saber que tenemos demasiado tiempo para alcanzar la existencia.

Cuando el teatro plantea la incognita de la vida,
surge la oculta respuesta ; ¿quién sabe?.

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